Esta serie son retratos de experiencias en los que relato la experiencia íntima de la expatriada. Busco conectar el mundo interior con el mundo que nos rodea, evoco a las vivencias que marcan los pasos al hacer camino en tierras prestadas, el encuentro y desencuentro el pertenecer y al mismo tiempo no ser parte de este nuevo lugar en el que escogiste vivir y te acogió. Emociones desatadas entre calles y rincones, experiencias marcan nuestra historia. Los elementos recogidos de estos lugares pasan a ser símbolos de esta etapa de mi vida generando diálogo al conectar estos lugares con mi mundo personal y compartirlos a través de mi obra
Con mis esculturas evoco a las Apachetas, altares dedicados a la Pachamama. Los Incas en sus largos viajes por el altiplano, lejos de su hogar, construían con piedras del camino, altares para orar a la Pachamama, en su oración rogaban por protección en su viaje, buscaban a través de este cúmulo de piedras, conectarse con su ser supremo. A través del uso de la cerámica como medio, hago mis esculturas buscando crear mis propias Apachetas como símbolo de protección. Así como yo vivo como extranjera en un país lejano a mi tierra natal, y a pesar de sentirme siempre muy bien acogida y protegida, mis esculturas son piedras y Apachetas creadas como compañeras, como símbolos de protección para quien lo busque.
Creadas en búsqueda de la serenidad. Las rocas, en sus diversas formas nacieron por la necesidad de un elemento que represente la calma interior, espiritualidad y fortaleza. Inspiradas en las piedras como elementos de la naturaleza que tienen fuerza y energía propia, vida sin movimiento expresan placidez, quietud y otorgan paz.
Siempre hay obras nacidas de la espontaneidad de las experiencias, que relatan historias de emociones o de momentos. Esto es resultado de sumergirse en libertad y materializarla sin un plan. Habla el alma, la intuición y las vivencias.
